
El humo ha marcado una época y parece ser que ahora Hollywood se arrepiente, pero es tarde; hoy en día resulta difícil recordar iconos o más bien mitos como: James Dean, Humphrey Bogart, Lauren Bacall, Bette Davis, etc. marcando un estilo fumando; a la elegante Audrey Hepburn sin su larga boquilla, o a Groucho Marx sin su característico puro. Pero no hace falta echar la vista tan atrás cuando seguramente todos recordemos el sugerente interrogatorio de Sharon Stone en “Instinto Básico”, en el que no solo ella tiene un especial protagonismo, sino que el humo del cigarro proporciona una sensualidad desafiante y sugerente.
Este elemento, actualmente rechazado, juega un papel dramático muy importante, casi insustituible, y ha sido utilizado sin ningún problema para dar varios efectos en diferentes momentos, no solo la sensualidad ya nombrada, sino también nerviosismo, tensión, rebeldía, elegancia, etc. No había distinción de ningún tipo, ni de género, ni de raza, ni de clases sociales; todo el mundo fumaba.
Es cierto que la cantidad de fumadores en películas ha ido descendiendo progresivamente, pero siempre quedan momentos míticos como la presentación de Humphrey Bogart en “Casablanca”, en la que lo primero que se ve es un cigarrillo, luego una mano, y finalmente el rostro.
Solo un 26% de la población americana fuma y es una cantidad mucho menor de lo que se ve en películas, y se lucha para la eliminación total, pues algunos psicólogos opinan que el espectador está sometido a una manipulación constante que le lleva a una mayor aceptación social del tabaco.
Siempre habrá una lucha constante, porque toda esta reducción no viene en vano, en muchos estados americanos se había exigido que las películas glorificadoras del tabaco fueran para mayores de 17 años. La polémica siempre estará servida, puede ser cierto que Hollywood ha enseñado a fumar al mundo, pero a medida que disminuye el tabaco en las producciones americanas aumenta la violencia, el sexo y las drogas.
¿Qué prefiere la sociedad?